Hospitales en crisis


Por falta de insumos básicos, la salud porteña entró en coma

Miradas al Sur recorrió las guardias de los principales hospitales


Daniel Fernández López, fue el viernes a visitar a su madre que vive en Parque Centenario. Al llegar, se encontró con que la empleada que la atiende tenía un ataque de alergia y decidió llevarla al Hospital Durand. Entraron a las 10.30 pero recién la atendieron a las 15. Los números de papel para otorgar turnos se habían acabado dos semanas atrás. “Da lástima ver a los pocos médicos de la guardia desesperados y colapsados por el laburo”, dijo Fernández López.


Por su parte, Ayelén Guevara, de 20 años, dijo: “Hace más de dos horas que vine. Hubo días en que necesitaba hacer una consulta ginecológica, pedí un turno y me lo dieron para un mes después. Desistí y me hice atender en una clínica privada”. Ayelén optó por llevar un apunte de la Facultad para matar el tiempo mientras esperaba que le ayuden a sacarse la tuerca de un arito que se le había encarnado en el lóbulo izquierdo.


Ya fuera de la guardia, María de Marco había ido a visitar a su padre, Lito, de 76 años, recuperándose de un infarto: “La semana pasada, las salas de internación estaban casi vacías. Consulté a un enfermero y me dijo que por falta de insumos los derivaban”.


Todas las fuentes de los hospitales consultadas confiaron información de lo que viven a diario con el compromiso del anonimato, por temor a represalias. Así, un enfermero de Cirugía Cardiovascular reveló que en esa área del Durand faltan suturas, tubos de hemograma y que como no les llegan toallas descartables, tuvieron que poner una sábana en la que todos se secan. “Tenemos un paciente diabético, en un post operatorio de by-pass, al que anoche no pudimos ponerle un goteo de glucosa, sencillamente porque no hay.”


En Depósito de Farmacia reconocieron la falta de sueros, electros y toallitas de papel para las manos. “Acá todos los insumos son insuficientes, pero qué querés, si no hay ni anestesista en la guardia por lo cual no se puede operar”, se quejan indignados.


Elvira Koszak, delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) trabaja allí desde hace dos años y reveló: “Tenemos empleados en lugares de riesgo como hematología, que manipulan objetos con sangre y que deben traer su propia lavandina, porque no hay ni eso”.


Una doctora que esperaba en su ambulancia a punto de salir contó: “Ahora llevo a una paciente a rastrear por toda la ciudad dónde hay un tomógrafo que funcione”.


La Boca El Dr. Donato Spaccavento, ex director del Hospital Argerich, denuncia el vaciamiento de los hospitales por parte de la gestión macrista, que según dice obedece a supuestas intenciones de privatizarlo. “La ley 2808 propuesta por el Ejecutivo privatiza la gestión administrativa, la facturación y la cobranza de todos los pacientes que tengan obras sociales o prepagas”. Spaccavento señaló a Miradas al Sur, que en todos los casos alrededor del mundo donde se hizo esta maniobra, “los hospitales terminaron privatizados o destruidos”, y puso como ejemplo locales, el Hospital de Clínicas, o el Hospital de Ezeiza, donde se tercerizó parte de la facturación y “terminó siendo prácticamente un hospital privado”. Aseguró que allí, quien no tenía obra social, no lo atendían, argumentando falta de espacio.


Once. El viernes pasado, el Hospital Ramos Mejía recibió a sus visitantes con un olor nauseabundo que provenía de la Guardia. El piso delataba falta de aseo y varias gotas de sangre ya se habían coagulado. En uno de sus pasillos, Celia Rubinstein visitaba a su hija. Una paciente celíaca crónica que lleva en su sangre un virus que según su madre le inocularon en el Hospital Alvear por falta de higiene: “Los médicos ponen el alma, el cuerpo y, a veces, hasta el bolsillo. Muchas veces son los profesionales los que aportan dinero para que sus pacientes puedan comprarse hasta los analgésicos. Nunca antes pasó esto. Ahora mismo estoy saliendo a la calle a comprar unos antibióticos que valen $ 41 porque en el hospital no hay nada, ni barbijos”, consideró Celia.


Por la falta de gasas, Miradas al Sur consultó al personal de Esterilización y la respuesta fue escalofriante: “Tenemos órdenes de no hablar sobre eso”. ¿Al menos puedo saber si están conformes con el nivel de aprovisionamiento del hospital?, insistió este medio. La empleada sólo atinó a negar con la cabeza, con pánico de ser escuchada y repitió: “Tenemos órdenes de no hablar”.


Varios informes de las últimas semanas intentan explicar en números la realidad de las guardias
hospitalarias. Así un informe reciente del Centro de Estudios Porteños (CEP), advirtió que del presupuesto anual de más de $2.500 millones, el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, a mitad de año, se había utilizado apenas un 6 por ciento.


Por amor a Hipócrates. Los “residentes” son estudiantes de medicina avanzados y con muy buenas calificaciones a cargo de algunos pacientes. Cada uno de ellos le cuesta al Gobierno de la ciudad, aproximadamente, $ 7 la hora. Peor es el caso de los “concurrentes”, que realizan el mismo trabajo ad honórem y a quienes se les exige ART, sin que se les reconozcan viáticos ni comida. Dos residentes que están desde hace cuatro meses en esa situación, una proveniente de la Universidad de Buenos Aires y otra de una casa de estudios privada, confiaron que “el Hospital Ramos Mejía está en pésimas condiciones. Este fin de semana no hubo sábanas limpias. Pero tampoco hay pañales. ¿Qué cómo nos arreglamos? Se les pide a los familiares, o se sale a ver si algún otro paciente en todo el hospital tiene…Y se los robamos para poder cubrirlos porque la opción es dejarlo que se hagan encima y esperar a cambiarles las sábanas pero tampoco hay, o están rotas”, señalaron. “Lo peor es el día a día; a veces falta el suero, o falta la medicación, siempre tenés que estar buscando medicación alternativa, no podés hacer los estudios complementarios que se merece el paciente, tenés que estar derivándolo para hacer una ecografía, que es algo muy sencillo que se puede hacer en cualquier lugar. Se gasta el doble de lo que se debería gastar si las cosas estuvieran a disposición”.



107. Las ambulancias del SAME están deterioradas. Miradas al sur constató en una al azar, una silla de ruedas con una reparación hecha con alambre, desprovista de todo medicamento o equipamiento y el oxígeno central roto, con el riesgo de que si un paciente se descompensa en el camino, no puedan asistirlo. “El estado general de las ambulancias es deplorable: no funciona bien el embrague, o los frenos. Yo no sé cuántas de la ambulancias que están dando vueltas pasarían una verificación vehicular”, confesó el chofer. “Salvo las que tiene guardadas para las cámaras”, agregó. También confirmó que muchos de los traslados se deben a la falta de insumos, camas o personal. Un empleado del sector Insumos dijo que “la gestión hace un doble juego. Es decir, con la excusa de la centralización, que está demostrado que no sirve porque han comprado mucho más caro que los precios que conseguían los departamentos de compras de cada hospital y encima no llegan los insumos, han tercerizado la facturación y los que trabajábamos en esas áreas no tenemos funciones. Como si quisieran mostrar que hay ñoquis, creándolos”. [Por Felipe Deslarmes: Miradas al SUR]